Obama arrasaría en Latinoamérica porque la mayoría vive alienada por su marginación
En Estados Unidos hay gran fastidio con los aburridos y torpes republicanos que llevan ocho años mandando, más amplia insatisfacción con una ortodoxia económica donde predominan los abusos y la insensibilidad. Ante estas condiciones muchos creen que este año los demócratas podrían postular hasta un fantasma, y éste le ganaría incluso a la Madre Teresa como candidata republicana.
Barack Hussein Obama es un orador impresionante que concita ferviente entusiasmo entre sus seguidores. Se ha vuelto una especie de Evita Perón o José Eliécer Gaitán para afrodescendientes y marginados. Su popularidad aviva luchas de clases y razas, fortalecidas por un deterioro económico de la clase media.
Pero los políticos se vuelven símbolos, más allá de sus características intrínsecas: Y lo que simboliza Obama son los resentimientos y hasta rabia de quienes le apoyan. Es la antítesis de Bush, abanderado de ghettos y torres de marfil, pero no simboliza al norteamericano promedio.
Marginación Obama arrasaría en Latinoamérica porque por estos lados grandes mayorías viven alienadas por su marginación y la bonanza de otros. Pero su candidatura es en Estados Unidos, donde la mayoría no es resentida ni marginada.
No lo derrota su piel: Colin Powell arrasaría estas elecciones. Sucede que Obama comenzó a perder el día que rechazó ser Barry para proyectarse como Barack Hussein, alienante nombre musulmán que para muchos simboliza rechazo a toda tradición judeo-cristiana y norteamericana.
Otra razón de muchos norteamericanos para oponer a Obama es el tipo de gente que lo apoya: Como esos violentos anarquistas que intentaron sabotear la Convención Republicana.
Como la esposa que declara que apenas ahora está orgullosa de ser norteamericana. Como el propio candidato que ataca al magistrado Clarence Thomas por ser afroamericano y conservador. Como el fanático apoyo de extremistas como Michael Moore y Oliver Stone, enemigos de todos los valores y tradiciones de la democracia norteamericana.
Obama seguirá punteando bien en las encuestas impulsado por el rechazo a Bush, por los ghettos urbanos, los medios de izquierda, y la dictadura de "corrección política" que domina la vida pública norteamericana.
Pero en votación secreta y a la hora de la verdad a nadie debe sorprender un revolcón: Porque no todo Estados Unidos es Tercer Mundo. Porque allí la lucha de clases es siempre contraproducente. Y porque en democracia gana la mayoría, no quién más grita.
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