Washington (AP, EFE, ANSA y Télam) - La reñida interna demócrata conservaba dos enigmas: cuándo sería la proclamación formal del triunfo de Barack Obama y cuál sería el futuro político de su rival en esta encarnizada pulseada, Hillary Clinton. El primer dilema se develó al confirmarse que el senador alcanzó el número de delegados y súperdelegados necesario para ser ungido candidato a la Casa Blanca; el segundo también empezó a aclararse cuando la ex primera dama admitió, ante un grupo de correligionarios, estar “abierta” a acompañar en la fórmula presidencial a su hasta ayer enconado adversario.
Las declaraciones públicas de gran cantidad de súperdelegados -la última rutilante fue la del otrora mandatario Jimmy Carter-, tornaron todavía más irrelevantes los resultados de las dos últimas primarias, Montana y Dakota del Sur, donde también se impuso el legislador de color.
Convertido en el primer dirigente de ascendencia africana que disputará la presidencia norteamericana representando a un partido mayoritario, en los comicios generales de noviembre competirá con el oficialista John McCain.
Ya con ese contrincante en la mira, y en un claro desafío, Obama eligió realizar la fiesta para celebrar su victoria en la ciudad que albergará la Convención Nacional Republicana, Saint Paul (Minnesota).
El líder negro, de 46 años Ñla misma edad que tenía J. F. Kennedy cuando lanzó su postulaciónÑ superó a Hillary, quien había arrancando como favorita. ¿Cuáles fueron las claves de su arrollador avance? Los analistas coinciden de destacar una formidable maquinaria proselitista, la impecable organización de la recolección de fondos y, fundamentalmente, su carisma personal.
“Nos unimos como demócratas, como republicanos e independientes, para alzarnos y afirmar que somos una nación, un pueblo y que ha llegado nuestro momento de cambio”, fue la frase central del discurso que pronunció el 3 de enero, minutos después de haber ganado el primer consejo vecinal de Iowa, punto de partida para su meteórica carrera.
CHANCES
“Consideraré seriamente integrar la fórmula si esto ayuda al partido a triunfar en noviembre”, reconoció Hillary cambiando su postura de no abandonar la lucha.
En esa reunión, la diputada Lydia Velasquez opinó que la mejor manera de que Obama conquiste el voto hispano y de otros sectores de la población es que lleve como vice a la senadora por Nueva York.
Precisamente desde la Gran Manzana, la derrotada brindó un mensaje televisado a sus seguidores, que había preparado por la tarde junto a su marido Bill, su hija Chelsea y asesores.
La cúpula demócrata está ávida de que concluya “de la mejor manera” la batalla interna, pues la contienda no sólo afectó su capacidad de recaudación de fondos y de concurrencia de votantes, sino que expuso además divisiones raciales y de género dentro del partido.
