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domingo, 15 de febrero de 2009

El presidente divide al país tras diez años de mandato

Para unos es como un dios, para otros es peor que el diablo. Tras diez años en el poder, el presidente venezolano, Hugo Chávez, ha consolidado una base de seguidores, la mayoría apartados antaño de la vida social y política, que no solo coinciden con él en considerarle imprescindible para “seguir la revolución”, sino que, además, simplemente, lo adoran. Pero frente a quienes le llaman “comandante presidente”, ha ido creciendo el número de los que, como dicen en Venezuela, le adversan y se refieren a él con epítetos como caudillo o Hugólatra. 

Los medios de comunicación no han hecho más que profundizar la división de los venezolanos en torno a la figura del presidente, quien ahora se queja de que “la gran prensa internacional” ofrece un perfil de un Hugo Chávez de ficción y oculta la verdadera Venezuela. “Crean un Chávez que no soy yo –reclama–. Un Chávez asesino, tirano, loco. Ese no soy yo; es otro que crearon”. 


Verdad subversiva

Los colores de los cristales varían al verle tanto a él como a la forma de gobierno que intenta perpetuar. “También hay una revolución bolivariana real y otra que han creado, que sí respalda a la guerrilla, al narcotráfico...”, se queja el gobernante. Una campaña mediática internacional que, según Chávez, “sataniza la revolución”, porque “la verdad es subversiva, transformadora, como una luz en medio de la oscuridad”. Esa luz que ven muchos desarrapados que tienen la foto del ex paracaidista de boina roja en los sincréticos altarcitos de sus ranchitos, o casuchas, de los cerros de Caracas y salen exaltados a la calle a la primera llamada. 

“Con el presidente Hugo Rafael Chávez Frías hasta la muerte “, exclaman, igual que corean los lemas socialistas traídos de Cuba. 

Con no menos exaltación caribeña, los arrinconados opositores le recriminan al propio Chávez el proceso de endiosamiento que inició tras cambiar la Constitución, apoderarse de todas la instituciones y pulverizar a los partidos políticos. “Cayó en su propia trampa. Se engolosinó con su figura, se creyó el dios de dioses”, dice el analista Pedro Lastra. Eso llevó a muchos al desencanto y la disidencia, incluso a un viejo compañero de armas y conjuras bolivarianas, el general Raúl Baduel, compadre de Chávez. 

Baduel se encuentra entre quienes piden “mucho cuidado en no propiciar una salida de fuerza”. Y se refiere con especial inquietud a ese “segmento de la población que ve con un sentido mesiánico al presidente”, a los que dicen que Hugo Chávez es “el único líder capacitado para llevar hacia adelante el proceso revolucionario”. 

Aunque muchos lo han ido bajando del altarcito o el pedestal y consideran, como hace Lastra, que “de tanto poder ha terminado en la máxima impotencia”, como muestra el despliegue rojo de la campaña electoral y que el presidente encadene durante horas las televisiones para multiplicar su discurso. “Ya está bien”, dice media Venezuela. 

Buena parte de la otra advierte, como el chavista Esteban Rojas con camiseta roja: “Dentro y fuera de Venezuela, hay quienes tratan de crucificarlo. Cuidado”.

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Fuente: ABC.es